sábado, 26 de junio de 2010

Princesa Inalcanzable



Si lo confieso,

confieso ser un amante

de su belleza;

confieso deleitarme

Con el esplendor

de sus ojos, flor

de una doncella.

Si tan sola mi boca

rozara sus labios,

miel silenciosa,

resplandor de la

rosa secreta;

purificarían este

híbrido destello

en el horizonte.

Si lo confieso,

confieso que moriría

por estar a lado

de su carisma que

envuelve su constelación

de dones y estrellas.

Si tan solo viajara

a esa selva verde,

perfume sagrado de

praderas, cúpula,

materia profunda,

sería como un niño

dentro de tu ser,

sumergido y atado

a esa región transparente.




El día se ha cerrado

y sellado con este

fulgor emanante

de tu ser, aurora

tú dulzura, ciénaga

de agua que resbala

tiernamente y navega

profundo por tu cuerpo;

producen envidia en la

expansión crepuscular.

Tocaré la tierra,

sentiré tus pasos desnudos,

en la profundidad del

cielo te acompañaré...

seré un sonido invisible

que hablará a las puertas

de tu corazón.

Mi sueño terrestre

es tener tus manos

de brisa, suaves uvas

dueñas de mi redención.





La delicadeza y sencillez

en la que descansa tu rostro

de amaneceres palpitantes;

junto al jardín de fragancias

que guarda el aroma de tu piel;

invitan a que del cielo caigan

dos destellos de ternura y posen

en tu ojos, dueños de la calma

del deseo febril.

Ni el crepúsculo que lentamente

muere y de su alma brota

una tierna expansión poderosa,

donde escondido esta el

sentimiento de su pureza;

no se compara con el

milagro de tu cuerpo.





Mientras un beso cautive y encienda

el silencio de la caricia;

Mientras al mirar el reflejo de la luna

sea el reflejo de tu ausencia;

Mientras una rosa tímida y frágil transmita

el aroma improfanable de tu caricia;

Mientras que en tu interior sientas el

ávido deseo de soñar;

Mientras que el manto primaveral lleve

el espíritu de la boca del verso;

Mientras que a través de lenguaje del amor

pueda hablar el corazón;

¡habrá mi deseo inalcanzable de soñarte a mi lado princesa!





(José Alonso Escorza)



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